jueves, 21 de febrero de 2008

Requiem de Mozart



En Marzo de 1791 Mozart ofreció el concierto para piano nº27, uno de sus últimos conciertos públicos. Días antes se le había aparecido un desconocido pidiéndole la composición de un Réquiem en re menor, dejando un adelante y acordando volver en un mes.
Pero Mozart fue llamado desde Praga para que compusiera la Opera "La Clemencia de Tito" para festejar la coronación de Leopoldo II. Subiéndo al carruaje hacia Praga se le apareció nuevamente este desconocido quién había sido enviado por el Conde Franz Walsegg, cuya esposa había fallecido, deseaba el conde que se tocará una misa réquiem por la memoria de su esposa.
Se dice que Mozart conmovido profundamente por esta aparición, que consideró enviada por el destino y además recordando lo que había significado la muerte de su padre decidió que escribiría el Requiem para su propio funeral. Mozart estaba ya agotado por la enfermedad y muy sensible a lo sobrenatural debido a su vínculación con la Francmasonería.

Así comenzó a nacer esta conmovedora obra, letra inspirada en los textos latinos litúrgicos. Así reza un fragmento:

Quidquid latet, apparebit

Nil inultum remanebit.

Quid sum miser tunc dicturus?

Quem patronum rogaturus,

Cum vix justus sit securus?

Todo lo invisible se hará visible

Nada permanecerá impune

¿Que podré decir yo desdichado?

¿A qué protector podré rogar si ni los justos están seguros?

Cabe destacar que Mozart falleció mientras escribía la obra. No obstante dejó anotaciones y avances en las partes que faltaban para que Franz Xaver Süssmayr, su discípulo más cercano las terminara.

Toménse un tiempo para escuchar el Requiem y reflexionarlo, es sin lugar a dudas una obra de arte iluminadora.

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