Marino Muñoz Lagos : Un poeta de distancias

La poética de Marino Muñoz Lagos esta maravillosamente impregnada de provincia, nos presenta un mundo en el invierno perpetuo del sur, con sus bosques impregnados de rocío, de lluvias que invocan al recuerdo de los abuelos, de vientos que parecen arrastrar a los hombres a los trenes, hombres con los bolsillos llenos de sueños y pobreza, viajando entre ese sueño que no llega y la estación que de noche se asemeja a la muerte, aparecen caminos de tierra, aparecen calles donde pasean fantasmas, caminos polvorientos que se pierden más allá de la tristeza y la muerte. Va siempre volviendo la ausencia a invadir un mundo que al poeta no le pertenece, donde este vive entre el canto de un pájaro y la lluvia de la primavera… Mirando los astros o inmerso en el vino pero siempre llevado por la memoria.

La memoria es parte fundamental, a través del poema se hace sentir un irrecuperable pasado hecho presente, un paciente dolor que rehúsa invisible a desesperarse convirtiéndose en sumisión. “Ahora entiendo que te vuelvas cenizas al fondo de un brasero que ya dejo de arder”, “La hora en que los abuelos sueñan con la mas amable de las muertes”. Como la definió en su tiempo, Volodia Teitelboim: Un pulso que conviene al tono de los pianos y la atmósfera intima, soñadora y melancólica.

Un verdadero viaje a una época que se va perdiendo vertiginosamente, donde iba el corazón con su lenta aventura, ese letargo que permitía una mayor contemplación, amplios campos, climas agrestes, noches largas y frías que se invadían de recuerdos

Pareciera que lo único que nos va quedando de ese ayer es la eterna distancia.

Un poeta que evoca el corazón de la provincia, un poeta de sueños, melancolìas y muchas imágenes.